Caridad Ruesta, psicóloga del Policlínico Universitario de la UDEP, explica los beneficios de este método de trabajo y anota algunas pistas para evitar enfrentamientos.
Por Evelyn Coloma. 17 junio, 2014.No a todas las personas les gusta trabajar en equipo. Caridad Ruesta, psicóloga del Policlínico de la Universidad de Piura (UDEP), señala que la preferencia por trabajar de forma individual depende del carácter y la personalidad de cada uno, sobre todo, si se trata de personas que prefieren evitar el estrés.
“El nivel de presión y estrés generado por el trabajo en equipo es mucho mayor que cuando se realizan tareas individuales, pues hay que llegar a consensos que, por la cantidad de personas y diferentes puntos de vista, pueden ser muy difíciles de conseguir”, comenta.
Sin embargo, Ruesta destaca que esta forma de trabajo supone una exigencia para los profesionales desde su etapa de estudiante por los beneficios que aporta a la vida en comunidad y porque la sinergia o cooperación suele reducir los costos de una tarea.
“Trabajando en equipo se aprende a ser más tolerante, se practica la empatía, aumenta la creatividad y mejoran la aptitud y actitud para adaptarse al cambio. Se produce un intercambio, porque los beneficios son mutuos cuando se busca el bien común”, detalla.
Los errores
Según la especialista, los equipos de trabajo suelen fracasar porque alguno de sus miembros se encierra en su individualidad y busca competir con los demás, obstaculizando el trabajo en equipo.
“Es imposible coordinar y avanzar un proyecto cuando hay enfrentamientos generados por la falta de cooperación. En estos casos, los miembros del equipo evitan hablarse, se acusan, ocultan información, etc. Y el rendimiento del grupo se resiente”, anota la psicóloga.
De igual forma, señala que la falta de objetivos claros, la falta de liderazgo y los problemas de comunicación son otras causas del fracaso de los equipos de trabajo. “Si no se conocen las metas, las distintas partes del proyecto no van a encajar o se retrasa la entrega porque se ha trabajado con supuestos diferentes”, explica.
Por último, Ruesta recomienda integrar en los equipos a las personas que rechazan esta forma de trabajo, pues todas pueden beneficiarse con la experiencia: “Muchas veces, se malinterpretan las intenciones de quienes no quieren trabajar en grupos, pero estas personas sufren mucho por su timidez o su introversión. Es preciso que se les invite a formar parte de los equipos para que adquieran seguridad y cambien su actitud”.